lunes, 9 de junio de 2014

Somontano... calentando motores!!

Que duro es a veces madrugar, pero que gratificante resulta después si realmente ha merecido la pena. Y como no va a merecer la pena si te despiertas y  mirando al horizonte no ves más que paredes repletas de cubos de todos los tamaños y formas geométricas posibles, cascadas exuberantes de agua fría como la nieve y la naturaleza salvaje y verde que tanto has estado añorando a lo largo de los meses de invierno. Sí, no era un sueño, realmente volvíamos a Ordesa tras varios meses de olvido. Seguía tal y como la habíamos dejado por última vez en los meses de otoño, acojonante.

En el primer largo con la visera al fondo

El amanecer le empezó a dar vida al valle; los pajarillos canturreaban sin parar, informando de que los extranjeros ya estaban empezando a llegar y que se les había terminado la tranquilidad para los meses cálidos. Y las paredes, para nuestro asombro, nos las encontramos casi tan secas como en verano. El viento y el sol habían realizado sus preparativos para los huéspedes que emigran y vuelven cada año. 

Segundo largo, la roca se vuelve generosa

Estando como estaba todo fuimos de cabeza a la primera opción, la vía Somontano. Egoitz y yo subimos el camino ya conocido como si se tratase de las escaleras de casa. Íbamos inmersos en una nube repleta de pensamientos "sanos" y llenos de vida que daban energía a las piernas para no parar. Dicho de otra manera más coloquial... motivación; para dar y regalar.

Tercer largo, llegando a la reunión, guapísimo!!

Al llegar a pie de vía se abrió la lata de refresco con gas, empezando a escaparse muchas y muchas burbujas, se desbordaban. Éramos nosotros; nuestros brazos y manos no daban a basto para agarrarse tirar de todo lo que veíamos por delante. Nos esperaban trescientos y pico metros de muro desplomado, pero teníamos la sensación de que no sería lo suficiente.

Saliendo del techo, con los codos a 130º, nos acaricia el sol.
Pero no se ha dado cuenta de que no lo queremos entre nosotros.

Los metros iban e iban pasando, pasaban también los largos, los bloqueitos de canto a canto, las remadas, los ufs, los al loros... y nosotros seguíamos pidiendo más y más. Que guapa vía y que día! Inmejorable!!

Siguiente largo después del techo, con un par de pretones raros

A la sombra fuimos en la gloria y cuando llegó el sol saliendo del techo las axilas empezaron e evaporar sudor con nuestros movimientos cada vez menos finos y las manos empezaron a pedir más magnesio. Pero la vía ya estaba hecha, nos quedaban dos largos de no despistarse y después a limpiar las manchas de la ropa por las chimeneas de los últimos largos.

El sol empieza a abrasar en el antepenúltimo largo

Y acabamos saliendo por arriba; que no tiene el mismo significado que acabar abandonando por arriba. No teníamos reloj, no sabíamos las horas que habíamos pasado colgados de los brazos en cazolandia, pero si me juraban que solo habían pasado un par de horas me lo creía.. lo rápido que se pasa el tiempo cuando estás haciendo eso que tanto te llena (cuidado que no hablo de comer eh! aunque sucede lo mismo).

Menudas dos bellezas de la natura.
Tenemos a todas las sarrias del valle loquitas persiguiéndonos.

Y la gota que colma el vaso, el extraordinario paisaje del lugar. La gente podrá decir lo que quiera, que si en Alpes tienen tal, que si no se qué, que si no se cuanto.... esto es único e intransferible!! Y lo tenemos a dos horas de casa.

Allí está el Bisaurín, el del medio es el Aspe y el de la izquierda el Ezkaurre

En el descenso el Garrafón nos saludó cubriéndonos de agua con un cielo totalmente raso, que cosa tan rara. Pero luego lo vimos, el aire lanzaba el agua hacia atrás cuando esta empezaba a caer Pared de la Cascada abajo, regando todo lo de alrededor.

El Garrafón que no cesa, por ahora con un último largo pasado por agua.

Ordesa ya está preparado y a nosotros nos corre el veneno por los 5 litros de sangre de nuestros cuerpecillos, que peligro! 
El Sexo se libró esta vez, pero puede que no vuelva a suceder... suena apetecible.