¿Estamos en crisis no? Creo que hasta eso estamos todos de acuerdo. Entonces, para no ir hasta Gavarnie en coche pensamos que tendría que haber otra posibilidad. Son casi 4 horas de viaje... Y de donde mejor que de Bujaruelo!
Una apuesta un tanto atrevida para dos flojos esquiadores y sencillos escaladores. Pero que cojones; cada uno se propone sus límites y con motivación estos pueden alargarse!
ODISEA ENTRE LAS NUBES:
A las 5:30 de la mañana salimos de Huesca Edu y yo un lunes un poco nublado y ventoso. Y para las 7:30 nos colocábamos los esquís a mitad de pista del refugio de Bujaruelo. Se espera una jornada intensa, larga y con un clima un poco peor de lo que habían dado. Y sin empanada!!! solo galletitas.
La primera dificultad que encontramos fue el pu.. bosque. Esquí extremo, pero hacia arriba. Con setas de nieve, sin nieve, con escalones y a veces con unos metros seguidos de nieve decente y camino regular. Y poco a poco fuimos subiendo hasta el collado de Bujaruelo.
Entonces, primera y existencial pregunta que nos hicimos el uno al otro al llegar a ese punto: ¿Que hacemos? Con un día imperfecto tirando a malo... Bueno, por lo menos vamos a bajar hasta Gavarnie y vemos como está la cosa. VIÑETAAAA!!!
Una vez bajamos ese largo valle hasta las pistas de fondo de Gavarnie los dos sabíamos que la vuelta atrás era más que poco probable. Como los burros, adelante y mirada al suelo.
En esta situación me vino un recuerdo similar a la cabeza de cuando todavía era más joven: "un día me dio por ir a correr cerca de casa y seguí un camino que iba en el sentido contrario a mi casa. Estaba corriendo a gusto y seguí hasta un punto que ya pensé en volver. Entonces, me di cuenta de que estaba cansado, tenía hambre y no me apetecía correr más. Pero eso no era posible porque tenía que recorrer el mismo camino para llegar a casa".
Y esto era lo mismo, pero a lo grande!
Tras realizar la subida normal a Gavarnie cambiamos de acompañantes. Y con los palillos (porque estos esquís no pueden llevar otro nombre) en la mochila empezamos a escalar el primer muro por la vía que pensamos sería la más rápida, sencilla y conocida, la Banana Split.
Problem problem! El material no encaja como debería. Esto empieza a pintar a viñeta oscura.
Paciencia y todo se soluciona para poder seguir recorriendo esas formaciones tan curiosas que puede dar el hielo. Ascender por agua, que cosas no??? Como aguanta la tía!
Edu saliendo de la vía. Se acabó la diversión y de vuelta al tajo. Lo que en un principio pensábamos que iba a ser lo más jodido o fatigoso se nos hizo efímero y fugaz. Lo pasamos genial escalando con los esquís a la espalda y sin la gemelada padre gracias a las botas de esquí.
Y empieza la vuelta a casa. Punto no retorno. Ahora sí, toparriba!
Fue curioso calzarse los esquís a mitad de la mítica primera campa de Gavarnie. Todo hay que decirlo, al principio con los huevos un poco de corbata. Que según nos alejábamos iban descendiendo a su sitio habitual.
El día se había portado hasta ahora, pero no sabíamos lo que nos esperaba por las alturas. Todo se iba poniendo negro y el viento nos azotaba y nos balanceaba a su antojo. No éramos más que unas marionetas a manos de la naturaleza. ¿Que tendría pensado para nosotros?
El refugio de Serradets. No tenía muy buenas vistas. Estaríamos a 50 metros de él y lo veíamos casi con imaginación. La tormenta blanca se nos hecho encima. Todo blanco y gris, sin huella, con la única orientación de nuestros recuerdos y una efímera cara norte del Taillón.
Foto de la jornada. Premio a la EXPRESIÓN. La foto habla por si sola, y las caras ni te cuento. Justo acabábamos de llegar al collado de Bujaruelo. Anocheciendo.
Todavía quedaba la bajada en la que, por el bonito tiempo que nos acompañaba, no pudimos calzarnos los esquís y tuvimos que hacerla a pata. Y que mejor para acabar el día que no encontrar el camino del bosque que te deposita en el Camping de Bujaruelo y tener que bajar a lo jabalinada. Con la nítida luz de las frontales, siguiendo los paneles de electricidad, empapados, con una pájara bastante maja y cagándonos en todo...
Al final fueron 14 horas de actividad con una machine que tiró y tiró y podría haber seguido tirando. Entre los dos nos las apañamos como pudimos para ayudarnos el uno al otro y acabó siendo un día difícil de olvidar.
Un placer Edu!!!